Cosas de la escuela
por Ana María Chiara (desde Santiago de Chile)
Con mis hermanos fuimos a la escuela pública.
Quedaba como a una cuadra de casa, cruzando la calle Uruguay: Escuela N° 6 Estados
Unidos, de 2° Grado. Así la recuerdo y así la guardo en mi corazón como algo
muy querido, me abrió las puertas del saber. Era típico, cerca de la 1 de la
tarde, ver pasar a todos los chicos con sus blancos delantales y su moña azul. En
medio de la calle, ponían el cartel amarillo de “Escuela” y así cruzábamos más
seguros.
Mi madre fue
partidaria de que nos formáramos alternando con todos los niños: varones y
mujeres de distintas clases sociales y de diferentes creencias y razas. “Así es
el mundo real”, decía ella. Eso se lo agradezco porque amplió mis puntos de
vista y me hizo ser más comprensiva.
A propósito del Mundial de Fútbol del año pasado, me
surgió una imagen del recuerdo de otro campeonato, cuando yo era una niña.
Tendría unos seis años y estaba en primero. Me gustaba mucho el colegio y
estaba fascinada con aprender a leer y escribir. Rememoro ese día especial en
que se produjo un pequeño caos en el curso 1º A de la Srta. Elsa. Era el
Mundial de Fútbol de 1954, jugaba
Uruguay con Hungría y habían conseguido traer una radio para escuchar el
partido. Estábamos en las semifinales. A nuestra clase se sumó otro curso, un
sexto año que llegó con su maestro. A mí, personalmente, no me atraía tanto el
juego en sí sino el ambiente que se respiraba. Había mucha expectación. Yo
miraba a los niños de los cursos superiores con admiración. Se hizo un silencio
cuando comenzó el partido y todos estaban preocupados por oír el relato del
comentarista que amenizaba su trasmisión con comentarios divertidos. En el
primer tiempo nos hicieron 2 goles y quedamos bastante preocupados. En el
segundo tiempo y ya casi en el último minuto, logramos el empate. Recuerdo
perfectamente como saltaba y aplaudía el profesor de sexto. Pero, lo que más me
impactó, fue cuando se puso a llorar luego de perder en el alargue. Realmente
estábamos todos muy conmocionados.
Tuve
la suerte haber tenido muy buenos maestros en estos primeros años que me
estimularon a aprender y a lograr metas.
Recuerdo especialmente a mi profesora de quinto, la Srta. Judith, que me
alentaba cuando nos mandaba a hacer una redacción y yo escribía relatos
fantásticos. También rememoro con orgullo haber salido abanderada y tener que
recitar una poesía a la Bandera frente a todo el colegio. Esta etapa me marcó y
me dio seguridad y confianza en mí misma.
Bueno el relato!
ResponderEliminarMe encantó! y define muy bien a la escuela pública. muy bien!!!!
ResponderEliminarlaura