domingo, 19 de octubre de 2014

Recordando el antiguo Municipio b (parte 2)

por Laura

En el año 59, justo el día que comenzaron las inundaciones, nos mudamos a Br. Artigas y Rivera,  en la acera de enfrente al Cordón, lo que no impidió que siguiera en el barrio porque iba al colegio y liceo Santo Domingo, “Las Domínicas”.  
Colegio y Liceo santo Domingo en la esquina de Av. Rivera
y Acevedo Díaz.

También recuerdo las andadas con mis primos que vivían en Acevedo Díaz y Canelones, frente a Chichilo, vieja cantina de Montevideo, dónde se hacían cenas enormes.  Y amigas imborrables como Verónica Barriola, que vivía en Lavalleja y Acevedo Diaz, con las que hacíamos las mil y una, y que murió siendo una adolescente de 12 o 13 años.
Los cines Artigas, Renacimiento o Princess, donde nos permitían ir, previa verificación del índex del Bien Público, con nuestros hermanos chicos, los domingos de lluvia.  

Antiguo Cine Princess en Av. Rivera
foto propiedad del Cdf - reproducción autorizada 

En el año 68 comencé a trabajar en la cooperativa médica CAM que estaba en Uruguay entre Minas y Magallanes.  Recuerdo caminar sin problemas por una calle Uruguay, oscura como boca de lobo, hasta Sierra para tomar el bus que me llevaba al Prado, donde había regresado cuando me casé.
También recuerdo las confiterías El Telégrafo, la Americana y Conaprole, y los salones de té de Caubarrère   y de la Tienda Inglesa ¡que tenía las primeras escaleras mecánicas del país! 
                                                                La Tienda Inglesa
                                                 foto propiedad del Cdf- reproducción autorizada

Recuerdo las tardes que pasábamos con varias amigas en la casa de Rosario,  sin sospechar que estaba  pegada a la Cárcel del Pueblo, de la que ni siquiera sabíamos de que se trataba.
En el año 72, me fui a vivir al barrio Palermo, en un apartamento en la calle Vázquez entre Maldonado y Durazno. Recuerdo  ir a trabajar a pie y volver de noche del trabajo bordeando los galpones de Emilio Fontana.
En el 90, ya de regreso al país, viví en una casa que reciclamos en Gaboto entre Constituyente y Charrúa, buenos vecinos, buenos y queridos vecinos, imposibles de olvidar.

 En Nochebuena hacíamos una gran fogata en la esquina de Charrúa y Gaboto, ardía hasta que los vecinos de unos apartamentos que realmente tenían miedo, llamaban a los bomberos, pero nunca hubo problema.


Ahora vivo en el Centro, en la que fue Ibicuy y ahora Gutiérrez Ruiz,  barrio anodino  si los hay,  pero que, por suerte, se está edificando bastante. 

sábado, 11 de octubre de 2014

Mi Montevideo, la tacita de plata

por Luis


Conventillos...

por Luis

Conventillo deriva de la palabra convento, porque justamente los conventos de monjas son así, con celdas dispuestas  alrededor de un patio, sin cocina propia y con servicios de higiene común. El fenómeno de los conventillos se da en una época de gran inmigración en el Río de la Plata. Allí iban a vivir los inmigrantes: italianos, españoles, turcos, o de otras nacionalidades. Como en los conventos, había piezas de alquiler en planta baja, con baño colectivo, y un primer piso con su característica baranda, también con piezas. Como en un convento, también se compartía todo.  Existía un espíritu comunitario de sentirse iguales.


Por extensión, también se denominó conventillos  a los apartamentos de corredor abierto que se construyeron como un aluvión allá por la segunda y tercera década del siglo XX. Eran en general apartamentos modestos, ocupados por familias de trabajadores. Es posible que algunos los llamasen conventillos despectivamente.  A veces había una casa grande al frente y un corredor con apartamentitos al fondo. Todavía hay muchos en estos barrios. En Duvimioso Terra y Charrúa, donde nací, aún existe  la casa con el corredor abierto y los apartamentos  en fila.  

martes, 7 de octubre de 2014

Conventillos de mi barrio...

 por Myriam

Cuando niña,  viví en una casa de apartamentos en el barrio Cordón. Eran apartamentos  modestos, que daban todos a un corredor abierto, y se les llamaba conventillo. No muy despectivamente. No eran como el famoso conventillo del Medio Mundo, que es el más conocido, donde las habitaciones daban a un patio común y tenían servicios comunes.
Donde yo vivía, eran casas individuales con un corredor común. Hoy siguen existiendo esas viviendas, son apartamentos que se venden como propiedad horizontal. Cada uno tiene sus servicios privados, de agua, de luz, lo único que los une es un corredor común y una salida común hacia el exterior. 
En la zona, los corredores de los conventillos eran abiertos. En otros lugares, como en Pocitos, solían tener corredores cerrados, pero eran oscuros. En cambio, lo lindo de estos conventillos es que el sol entraba por todos lados, los apartamentos eran ventilados, espaciosos. En el nuestro, había un patio inmenso donde andábamos en bicicleta.
En esos conventillos vivían trabajadores de todo tipo. Mi padre era chofer, otros trabajaban en fabricas. Era una zona en la que había muchas fábricas. El que no trabajaba en Lostorto, trabajaba en el lavadero de lanas o en Pesce y Simeone que era un taller mecánico, o en las fábricas de dulce. 
Nos conocíamos todos, no había un trato tan íntimo como en el conventillo del Medio Mundo donde los vecinos muchas veces comían juntos, pero sabíamos de qué trabajaba el vecino, a qué escuela iban los niños, si estaban enfermos, a veces hasta se daban problemas de vecindad porque en la convivencia de muchas personas siempre surgen conflictos.
En el conventillo donde yo vivia, estuvo residiendo la familia Roselló, que tenía muchos hijos. Uno de ellos fue el famoso "chiquito Roselló", boxeador y murguista, figura mítica del carnaval de antaño, conocido como "el mago del redoblante".

lunes, 6 de octubre de 2014

Desde la heroica Paysandú al barrio Cordón

por Ana María

Nací en la heroica Paysandú un 28 de diciembre, día de los "Santos Inocentes". Eramos 9 hermanos. Vivíamos en pleno campo. Tuvimos una infancia muy feliz, muy tranquila. (...)
A los 17 años me vine para Montevideo con una tía. Aquí la pasé bastante mal hasta que encontré una amiga que me rescató y me llevó a vivir a su casa. Era una persona muy buena. Empecé a trabajar y volví a ser feliz. A los 20 años se vino mi novio sanducero y dos años después nos casamos. Fuimos inmensamente felices durante 52 años. Ahora no está más. Tuvimos tres hijos maravillosos, nietos, biesnietos.
En la calle Requena, hace 50 años que vivimos. Ahora nos han cambiado el barrio. Para bien. Pero antes también había cosas lindas. La actual Tres Cruces era una plaza arbolada, con muchos bancos, donde íbamos con los chiquilines a jugar y a tomar mate. Cerca de ahí, la cancha Rayo rojo, donde mis hijos jugaban fútbol. Y el Platense, un lugar muy lindo para ver espectáculos. Donde está Tres Cruces se hacía la Fiesta de la Degustación del vino y había tablado para ver las murgas.
Ahora el barrio está cambiado y tenemos la plaza Seregni que es un lujo.  


Mi calle Durazno


                                                                    por Luis Scarpa

para poner en pantalla completa, cliquear en el ícono que está en la esquina inferior derecha del video

miércoles, 1 de octubre de 2014

Poema

por Orosmán

Qué sentí y qué sentía,
Qué soy y qué parezco,
Algunos versos recojo,
Entre algunos poemas,
Entre cómo decir y qué decir,
Me expreso.
Entre interés e indiferencia
Pregunto:
¿Qué es de mí, de ayer, de mi pasado,
De lo que queda y no?
¿Qué pasó para avanzar, para añorar
Para enriquecer
A los que están
O a los que ya no están?
Y sí, éste era mi barrio,
Esta era su esencia,
Este era Palermo,
Sus gentes, sus casas, sus calles.
Este barrio es parte de mi ciudad
Sus raíces, sus males, sus genes,
Y su presencia 

Recordando el antiguo Municipio b

por Laura

Mis primeros recuerdos llegan al 50 o 51. Como mis padres aún eran estudiantes, hasta el 58 y en períodos de exámenes me llevaban a casa de mis tías abuelas que vivían en Yaguarón y San José, antiguo edificio, demolido para construir el hotel Klee. Desde la terraza del fondo, recuerdo el luminoso del aceite Triana ¿o era Maricarmen? sobre el edificio que estaba en 18 y Yaguarón (también demolido)  y otro luminoso cuyo nombre ahora no recuerdo sobre “El Cabezón”,  en el Gaucho.
De esa época, recuerdo mis salidas con Ana María, tía entretenida y buena como el pan. Caminábamos por 18, mirábamos vidrieras, íbamos a misa,  y a fin de año visitábamos todos los pesebres de las iglesias de la zona. Desde el Cordón a San Francisco en Ciudad Vieja. 

Iglesia San Francisco

También recuerdo el Hospital Pedro Visca. Ahí trabajaba mi madre como médica, y nos atendimos hasta los 10 o 12 años. Enfrente estaba el Asilo de Expósitos y Huérfanos Dámaso Antonio Larrañaga, dónde me amenazaban con dejarme si me portaba mal…….. 



                                               Asilo de Expósitos y Huérfanos
                                          foto propiedad del CdF - reproducción autorizada

Otro  recuerdo de esos tiempos es el garaje que estaba frente a Jefatura de Policía, por San José, donde guardaban el coche tanto mi tío como mi padre que tenía consultorio en el primer piso del mismo edificio.  Ese garaje lo compró Jefatura para el despacho de cédulas y pasaportes. Cuando regresé al  país, en el año 85, encontré otras dependencias de Jefatura. El edificio de mi infancia ya no estaba, y tampoco el Restaurant “La Gloria” donde tantas veces cenábamos con mis padres antes de irnos a casa. Con mi tía Manú que aún vivía con nosotros,  tomábamos el tranvía 20, que nos dejaba en la esquina de casa, en el Prado, donde nací.