Las veredas del Cordón (III)
por Florencia Gainza
El Cordón es
testigo y escenario de acontecimientos
de la ciudad, y desde el cuarto piso de aquella esquina disfruté varios, que
recuerdo como especiales.
La visita del
Charles De Gaulle a Uruguay, saludando desde un descapotable, a marcha
lenta, a todos los presentes. Alto, derecho, imperturbable, con su mano alzada,
un mediodía que caía una cortina espesa de lluvia. La imagen de los paraguas
abiertos de todos colores, y una multitud que vitoreaba y saludaba al General,
fue una mezcla de emociones con colorido, patriotismo y valor.
Vi cada año
las procesiones con Monseñor Barbieri bajo el palio rojo, la Eucaristía y toda
la plana mayor del clero. Detrás cientos de religiosas, novicias, diferentes
órdenes sacerdotales, niños uniformados, católicos de todas las edades,
cantando o rezando el rosario.
18 de Julio
cambiaba radicalmente de sonido y sentimiento según sus participantes y el
motivo. Las manifestaciones fueron
cambiando y creciendo según se
agudizaron los conflictos.
En aquellos
años, cada 21 de setiembre, se realizaba la fiesta universitaria de la
Primavera, que iba de Bulevar Artigas a El Gaucho. Todas las Facultades salían,
con sus túnicas blancas los de ciencias, y los otros con lo que se le ocurriese,
teniendo como tema las flores y la fiesta. La de Agronomía llevaba tractores y
caballos; eran divertidos, transgresores, bulliciosos, y fiesteros.
Reivindicaban solo su derecho a reír, cantar y bailar.
Los obreros salían a la calle el 1° de Mayo
con la CGT; se recordaba a Sacco y Vanzetti y el reclamo por el derecho de los
trabajadores. Manifestaciones a favor de la Revolución en Cuba con estudiantes
convencidos y unidos. Los festejos del
Partido Blanco o Partido Nacional cuando ganaron el entonces Consejo Nacional
de Gobierno, luego de 12 años de gobernar el Partido Colorado, eufóricos y
revanchistas. La manifestación defendiendo la huelga de los bancarios, cuando
una huelga de hambre en la Parroquia del Cordón congregó a cientos de
militantes solidarios que terminaron enfervorecidos y famélicos. La de los
estudiantes contra el imperio yanqui, la de Liber Arce con manifestantes
enojados y tristes. La llegada de los Cañeros a Montevideo, indignados y
respetados por muchos pero no por la policía. Y ya por el 69 ó 70 la
multitudinaria del Frente Amplio, un inolvidable 26 de marzo, todos ilusionados
y contestatarios.
Alegrías, tristezas, enfado e indignación,
enfrentamientos, gases lacrimógenos, policía montada, palos, tachuelas y
perdigones para que resbalaran los caballos, barricadas y cócteles
molotov... allí se podían ver, oler, escuchar, compartir, o rechazar,
todas las ideologías, creencias, y convicciones. Casi todo estaba sobre ese
asfalto, excepto las glorias del futbol,
que se desarrollaban desde Bulevar Artigas hasta los Bomberos, más o menos.
Luego de dar
la vuelta a la manzana y haber intentado encontrarme casualmente con el
muchachito de Colonia y Olimar, vuelvo a casa con Wendy, ella satisfecha, yo no,
otra vez será....
Guardaré en el
arcón de la nostalgia, aquella esquina
que fue para mí una escuela de civismo,
justicia, y politización. Encuentros y euforia, desencantos y temores, que me ayudaron a descubrir y
querer a un pueblo que sabe expresar sus sentimientos hombro con hombro, conoce
derrotas y glorias, que se sabe libre y protagonista de su historia.
Recuerdos desde Sitges (Cataluña - España)
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